UN PARANTESIS AL COVID, JUSTO GALLEGO

Justo Gallego Martínez falleció el 28 de noviembre pasado.

Es conocido por haber construido, está sin terminar, la llamada «catedral de Mejorada del Campo». No entrare a enjuiciar la estética o utilidad de la citada «catedral». Nada de eso es importante, no parece que lo fuese para él tampoco.

Sí tiene relevancia lo que le impulsó a hacerla pues su vida, toda, es una impugnación total al nuevo catolicismo que nos venden las actuales jerarquías.

Una enfermedad que consideraba curada por intercesión de la Virgen María le llevó a entregar su vida, toda, y su hacienda en un monumento a la Madre de Dios. Ahí dejó cada día de su vida para dar cumplimiento a lo que tanto repetía «servir primero a Dios, luego al prójimo y por último a mí mismo». Servir a Dios con su vida entera, su trabajo y su patrimonio. Servir al prójimo con ese ejemplo de sacrificio extremo incomprensible para el hombre de hoy.

No sé cuáles fueron las motivaciones que le llevaron a ceder el edificio al padre Ángel. Cuando lo leí me sorprendió mucho, entre otras razones porque la forma de ser de don Justo parecía estar en las antípodas del trajeado sacerdote español. Empezando por la austeridad y sencillez de uno frente al gusto por la fama del segundo.

Como digo, es algo chocante pero en el pecado ha llevado la penitencia, algo que afortunadamente no verá.

Ayer titulaba Religión Digital, el portal favorito del cardenal Osoro, la «catedral de Justo» estará abierta a todas las religiones, «y no tendrá santos de oro».  Para rematar en el antetítulo «será para todos, para los que creen y los que no, será un lugar de encuentro, una casa del pueblo».

Ni veinte días ha tardado el sacerdote «misericordioso» en mearse en la tumba de don Justo.

Hay que recordar aquel video de Justo Gallego donde a preguntas sobre el día que visitó la «catedral» el Padre Apeles respondió «¿Aquí herejes? vamos, no me fastidies, me tienen que matar a mí».

Bueno, pues los va a tener a docenas, y desde el primer día.

Ni hombría, ni dignidad, ni respeto, ni palabra, el padre Ángel y su bufanda.

Es curioso como la Iglesia post conciliar, la que venía a traer más humanidad, menos rigidez, menos severidad ha hecho una de sus señas de identidad el no respetar ni a los muertos, pues lo mismo se pone de perfil cuando se va a profanar un cadaver que se ciscan en la obra y vida de un recién fallecido.

Capitán Ryder

NOTAS:

1- No tengo al padre Apeles por un hereje. Todo lo que le oí era generalmente ortodoxo. Era un sacerdote muy formado, de los más formados que han pisado un plató de televisión. Y de los que no se achantaba. ¿Era un escandalo para la Iglesia por otros temas? Sí. Y un cristiano a la antigua usanza los asimilaba y no quería tener tratos con él.

Lo que vuelve a hacer que me pregunte ¿cómo, quién le puso en el camino del padre Ángel?

 

https://www.religiondigital.org/arte/catedral-Justo-abierta-todas-religiones-mejorada-mensajeros-padre-angel_0_2406359349.html

 

 

 

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