El otro día comentábamos la novela de Newman que narra su camino hacia la Fe católica.
Con una honestidad sorprendente se acercaba a todas las religiones o «partidos», como los denomina en la novela, buscando la única Fe verdadera.
Hay un capítulo dedicado a los evangélicos realmente hilarante. La verdad, no salen muy bien parados, pues los retrata como una jaula de grillos, no hay dos que tengan la misma fe.
Muchas veces, para poner las cosas en claro, es más efectivo una novela, cuento, parábola etc que todo un tratado.
Un capítulo que pone en un aprieto a los Cañizares, Kasper o Francisco, esos defensores del «es mas lo que nos une que lo que nos separa».
A mitad de capítulo
El comienzo había sido un poco incierto pero al final, en la conclusión no cabía la menor duda. Así que: gran conmoción.
Número 1: ¡Nada de méritos antecedentes, todo es por gracia!
Charles: Sí, claro, no hay méritos antecedentes, pero…
Número 2: Nada de congruo y condigno, ¿eh? (1)
Charles:…pero ¿es muy duro decirle a la gente sencilla “Creed y ya estáis salvados, no esperéis a los frutos, alegraos”, y no decir nada de cómo es esa fe ni darles la menor instrucción religiosa que les dé alguna seguridad frente al desengaño!
Freeborn: Ahí está la excelencia de la doctrina, que se la puede hacer llegar a lo más perdido de la humanidad. Al pecador se le dice “Ven, tal como eres; no intentes hacerte mejor. Cree que la salvación es tuya, y entonces ya es tuya; las buenas obras llegarán después”.
Charles: Justo al revés. Cuando se dice que la justificación sigue inmediatamente al bautismo se dice algo inteligible, que todo el mundo puede comprobar. El bautismo es un signo externo inequívoco, mientras que si un hombre tiene ese secreto sentimiento llamado “fe” nadie más que él puede atestiguarlo y él es parte interesada.
Charles Reding había colocado un té bastante tedioso en estado de intensa vibración.
Freeborn: Querido amigo, yo esperaba mejores cosas de usted; pero confío en que dentro de un momento lo verá todo de otra manera. El bautismo es un rito externo ¿qué hay, o qué puede haber, de santo, espiritual o divino en el bautismo?
Charles: Pero usted me dijo que tampoco la fe es espiritual.
Freeborn: ¿Qué yo he dicho eso? ¿Cuándo?
Charles (algo aturullado): Buenos, al menos no la tenía por santa…
Ahora se aturulla Freeborn.
…porque si es santa, es que contiene algo bueno, algo valioso, no es un trapo sucio. Todo lo bueno llega después, dijo usted. Y también que sus frutos son santos pero que ella no es nada en sí misma.
Silencio y agitación mental.
Número 1: No, la fe es un asentimiento santo.
Número 2: No, es espiritual, pero no santa; es un mero acto, la apropiación de los méritos de Cristo.
Número 3: Reside en la sensibilidad; la fe es un sentimiento del corazón, es confianza, creencia de que Cristo es mi salvador. Es cosa distinta a la santidad. “Santidad” introduce la noción de virtud, de rectitud moral, y no es eso. Fe es gozo y paz, pero no santidad. La santidad viene luego.
Charles: Nada que no sea santo puede causar santidad. Está clarísimo: si los frutos son santos, la raíz, que es la fe, será también santa.
Número 3: Según eso, la raíz de una rosa será roja y la de un lirio blanca.
Freeborn: Lo siento, Reding. Como mi amigo le ha dicho, se trata de una apropiación, o sea de una captura. No hay en la verdadera fe más santidad que la que puede haber en la mano que coge algo que está a su alcance. Ésta es la gran doctrina de Lutero en su comentario a los Gálatas: no es nada en sí misma, es un instrumento. Por eso se opone tan vigorosamente a la idea de que la fe viene acompañada por la caridad.
Número 1: Yo no comparto esa idea. Puede ser verdad en cierto sentido pero es poner muchas dificultades a los que andan buscando a Dios. Sí, la fe viene siempre acompañada por la caridad.
Número 2: Ésa es la doctrina de los romanistas, y también la de Bull y Taylor.
Número 3: Y lo que andan predicando los puseístas ahora.
Número 1: De ninguna manera; es la doctrina de Melanchton. Mira (sacando una libretilla del bolsillo), tengo aquí apuntado lo que dijo Shuffleton el otro día en clase: “Fides significat fiduciam, in fiducia inest dilectio, ergo etiam dilectione sumus justi”.
Tres voces clamaron: “¡Imposible!”. La libreta circuló rápidamente.
Número 1 (triunfante): Y Calvino afirmó lo mismo.
Número 4 (despacio, suave, prolongando el sonido de la voz): Yo creo que la con-tro-ver-sia, ejem, se puede conciliar sin difcultad. Lutero, ejem, dice “la fe es sin caridad” o sea “la fe justifica sin la caridad”; Melanchton, ejem, dice “la fe es con caridad” o sea “la fe justifica con caridad”. Los dos tienen razón, ejem, es pura cuestión de palabras, porque, ejem, fe-sin-caridad justifica y, sin embargo, la fe justifica no-sin-caridad (Parón para que ambos bandos puedan digerirlo) Por el contrario, ejem, Roma enseña que fe-con-caridad justifica.
Charles: Entonces, lo que salva es la fe con amor y no la fe y el amor.
Número 4: ¡Exacto!
Charles: Ah, ¿sí? Bueno, pues entonces dónde está la diferencia entre decir con y decir y.
Número 4 (sin dudar): La fe es el instrumento, el amor sine qua non.
Número 3 y Número 2 saltaron. ¿Qué eran esos legalismos y condiciones? La justificación era incondicionada.
Charles: Pero, bueno, ¿no es la fe una condición?
Freeborn: No. ¿Cómo va a ser la salvación gratuita y total, si hay condiciones?
Número 3: No hay condiciones. Todo debe venir del corazón. Creemos con el corazón, amamos desde el corazón, obedecemos con el corazón. No porque estemos obligados sino porque tenemos una naturaleza nueva.
Charles: ¿Cómo? ¿No hay obligación de obedecer?
Número 3: Para el que está regenerado, no. Se encuentra por encima de obligaciones, en su nuevo estado.
Charles. Pero el cristiano está bajo una ley.
Número 2: No, la ley se ha abolido en Cristo.
Número 1: Cuidado con esos ribetes de antinomianismo (2).
Freeborn: No hay nada de eso. El antinomianismo cree que puede quebrantar la ley mientras que el verdadero creyente sabe que no está obligado a observarla.
Y se enzarzaron en una nueva discusión entre ellos que, puesto que se hacía tan larga como poco interesante, dio ocasión a Reding para dar las buenas noches y desaparecer. Nunca había sentido inclinación por el Evangelismo pero Freeborn y sus amigos, que conocían su espíritu mejor que la mayoría de sus seguidores, le terminaron de convencer de que no valía la pena hacer más indagaciones por ese camino. Así que no volveremos a verlos en acción en nuestra historia.
- Distinciones de la teología escolástica católica acerca de la capacidad del hombre para merecer la Gracia para sí o para otros. El XIII de los Artículos anglicanos lo negaba expresamente.
- Antinomianismo: según esta secta, el cristianismo está dispensado de toda norma moral.
Capitán Ryder