OTRA VEZ EL PACTO DE METZ (I)

Uno de los problemas que veo en la oposición a Francisco es la imputación de causas que se le hacen y que ya vienen de lejos.

Dicho de otra forma, muchas de las lechugas de Francisco no son de su huerto, ya fueron plantadas, regadas y abonadas en pontificados anteriores. Por eso creo, que si no se sacan las conclusiones adecuadas, nada se habrá solucionado.

Aquellos que lean el blog ya pueden hacerse una idea de lo que pienso del ecumenismo del Vaticano II hasta la actualidad. Y este ecumenismo plantea tantos problemas a la Fe de la Iglesia como los “Amores de Leticia”. Pero, sin embargo, ha pasado completamente desapercibido estos últimos 50 años. La crisis, cada vez más profunda, no es por casualidad.

Viene esto a cuenta de otro escándalo que ha estallado hace pocas fechas; el mandato del Vaticano a dos obispos chinos para que cedan su puesto a otros obispos cismáticos, previamente excomulgados.

Como digo, hay antecedentes igual o más graves que estos, que explican muchas cosas y que han pasado completamente desapercibidos. Hablo del “pacto de Metz” y de la “Ospolitik” de Pablo VI.

El primero, se alcanzó en agosto de 1962, previo al Concilio Vaticano II, que nacía de esta manera con una tara importantísima, la segunda, se aplicó durante los años posteriores al Concilio.

El pacto de Metz

Era deseo de Juan XXIII que hubiese observadores de las distintas confesiones cristianas en el Concilio Vaticano II. El problema con los ortodoxos era que necesitaban el permiso expreso de Stalin.

Para asegurarse la presencia de observadores ortodoxos, el Vaticano, a sugerencia de Montini (posterior Pablo VI), y en decisión tomada personalmente por Juan XXIII, envió al cardenal Tisserant a la ciudad de Metz (Francia) para negociar con el régimen comunista.

La negociación concluyó con un acuerdo que firmaron el metroplita Nicodemo por parte de la Iglesia Ortodoxa, y el cardenal Tisserant (decano del Sacro Colegio) por parte de la Santa Sede.

Los detalles se conocen a través de la rueda de prensa concedida por mons. Schmitt, obispo de aquella diócesis.

Comenta Romano Amerio en Iota Unum:

“La noticia del acuerdo fue dada en estos términos por “France Novelle”, boletín central del Partido Comunista Francés, en el número de 16-22 de enero de 1963: “Puesto que el sistema socialista mundial manifiesta de forma innegable su superioridad y recibe su fortaleza de la aprobación de centenares y centenares de millones de hombres, la Iglesia ya no puede contentarse con su tosco anticomunismo. Incluso se ha comprometido, con ocasión del diálogo con la Iglesia ortodoxa rusa, a que no habrá en el Concilio un ataque directo contra el régimen comunista”. Por otra parte, el diario “La Croix” de 15 de febrero de 1963 informaba del acuerdo, concluyendo: “Después de esta entrevista, Mons. Nicodemo aceptó que alguien se acercase a Moscú a llevar una invitación, a condición de que fuesen dadas garantías en lo que concierne a la actitud apolítica del Concilio”.

Bueno, pues ese fue el pacto, rigurosamente cumplido…sólo por el Vaticano. En el Concilio no se condenó el comunismo, Moscú envió 2 espías al Vaticano, la Iglesia Ortodoxa estaba infiltradisima, y los católicos bajo régimen comunista siguieron igual de perseguidos que hasta entonces.

La veracidad de los acuerdos de Metz recibió confirmación en los años 80 por parte de Mons. Georges Roche, secretario del cardenal Tisserant durante 30 años. Ante las imputaciones de Jean Maridan salió en defensa del negociador vaticano.

Así nacía el Concilio Vaticano II. En el discurso de apertura, con un cinismo difícilmente igualable, Juan XXIII señalaba las ventajas de que “por la vida moderna desaparezcan los innumerables obstáculos que en otros tiempos impedían el libre obrar de los hijos de la Iglesia”, mientras más adelante decía experimentar “un vivísimo dolor por la ausencia de tantos pastores de almas para Nos queridísimos, los cuales sufren prisión por su fidelidad a Cristo”.

Señala Romano Amerio al respecto:

“En el discurso inaugural del Concilio se celebra la libertad de la Iglesia contemporánea en el mismo momento en que se confiesa que muchísimos obispos están encarcelados por su fidelidad a Cristo y cuando, en virtud de un acuerdo propugnado por el Pontífice, el Concilio se encuentra constreñido por el compromiso de no pronunciar ninguna condena contra el comunismo. Esta contradicción, siendo grande, lo es menos si se la compara con la contradicción de fondo consistente en fundamentar la renovación de la Iglesia sobre la apertura al mundo, para luego borrar de entre los problemas del mundo el problema principalísimo, esencialísimo y decisivo del comunismo”.

Continuará…

Capitán Ryder

 

6 Comments

  1. Capitan Ryder, no llames cínico a Juan XXIII. Fue un memo, pero cinico, no creo.
    Además, el comunismo ya estaba condenado, y muy condenado, que yo sepa, por la Iglesia.
    El error fue convocar el CVII, arguyendo que no era un Concilio para condenar nada. Ahí salió toda la escoria que había en la Iglesia.

  2. Sí, pero aquello tenía indulgencia con 200 divisiones del Pacto de Varsovia a las puertas y 2/3 partes del mundo bajo Mao y Stalin además del PCI cómo segunda fuerza de Italia. El caso Francisco es diferente, porque se siente agusto en su huertito montonera,pactando con la guerrilla o comparando monjas con Sendero Luminoso

  3. http://panoramacatolico.info/articulo/monsenor-alighiero-tondi

    …Alighiero Tondi
    Enviado por Moderador el Vie, 01/12/2007 – 21:27.
    Dossiers Artículo
    Uno de los casos más sonados de espionaje comunista en la Curia Romana ocurrió bajo el reinado de Pío XII. Su entonces Prosecretario de Estado, Monseñor Juan Bautista Montini tenía a sus órdenes como secretario personal a Monseñor Alighiero Tondi. Relatamos a continuación la historia de este famoso espía cuyas informaciones costaron la vida de miles de católicos bajo regímentes soviéticos. Monseñor Montini fue trasladado a una diócesis y el Papa juró nunca darle el capelo cardenalicio. Bajo el reinado de Juan XXIII Monseñor Montini fue reivindicado y llegó a ser Sumo Pontífice bajo el nombre de Pablo VI.

    Por el P. Henri MOURAUX

    Me encontraba yo en Roma, cuando el murmullo de un acontecimiento se extendía entre los habitantes de la Ciudad. En efecto, se había visto salir del Vaticano a un hombre esposado, al que un coche celular se lo había llevado. Este hombre despojado de su sotana por orden de Pío XII, no era otro que Mons. Alighiero Tondi, jesuita, secretario particular de Mons. Juan Bautista Montini, éste a su vez, Prosecretario de Estado de Pío XII–.(Alighiero Tondi, joven italiano, era miembro del Partido Comunista; ingresó en el Instituto de los Jesuitas por orden del Partido. En el año 1943 fue ordenado sacerdote.)

    «He tratado este asunto en dos números de Bonum Certamen». Pero como ha producido un revuelo escandaloso, debo resumir los hechos.
    Pío XII, envió detrás del Telón de Hierro, sacerdotes disfrazados de viajantes para proporcionar los sacramentos a los Católicos, así como a Obispos, para realizar ordenaciones. Estos desgraciados fueron arrestados y después fusilados en la URSS. En vano Pío XII buscaba explicar este drama, cuando el Arzobispo de Riga, le reveló que un espía vivía en el Vaticano.

    Entonces lo hizo vigilar por agentes de policía disfrazados de prelados. (Encomendó la operación a un agente francés especializado en contraespionaje.) El resultado no tardó en producirse: Mons. A. Tondi fue sorprendido en el momento en que estaba fotocopiando documentos secretos. Interrogado, declaró que era agente de la KGB, formado en Moscú y que transmitía a sus jefes de la URSS, los documentos que podía robar a Pío XII. Los documentos eran dirigidos a Moscú por mediación de Togliatti (Secretario General del Partido Comunista Italiano), amigo de infancia de Juan Bautista Montini. Ante esta revelación, Pío XII cayó enfermo; tras destituir a aquél, trasladó a Milán a Mons. Montini.-En cuanto a Mons. Tondi, fue condenado a dos años de prisión, donde se casó con su querida, Carmen Zanti, militante del Partido Comunista. Terminada la condena, Mons. A Tondi y su concubina, se trasladaron a la Alemania del Este.

    A aquel le fue dado el cargo de Secretario de Walther Hulbrich, hombre fuerte del comunismo alemán. Fue también profesor de Ateísmo en la Universidad Marxista Leninista». (Por cuenta del Partido Comunista hizo muchos viajes. Pronunció innumerables discursos, y escribió libros contra la Iglesia).
    i

    «Al advenimiento de Paulo VI, Mons. Tondi y su concubina, volvieron a Roma; él se instaló en el Vaticano en calidad de empleado civil; ella fue elevada a muy altas funciones del Partido Comunista. Pronto, Paulo VI, sin ninguna retractación ni reparación, y confesando Tondi que aún guardaba la Cédula del Partido Comunista, legitimó su matrimonio civil por «sanatio in rádice», es decir, sin necesidad de tener que presentarse ante ningún sacerdote. (C.F. «Aurore», del 12 de Marzo de 1965)».

    ¿Había abjurado de su ateísmo la ex secretaria de Togliatti? Para nada. Cuando murió, en 1979, su sepelio dio lugar a una enorme manifestación del Partido Comunista, como si se tratase del mismísimo Togliatti o de Enrico Berlinguer…

    «Un religioso amigo, bien enterado de lo que pasa en el Vaticano, me aseguró que Mons. A. Tondi, colocado por Paulo VI en un puesto muy secundario, era en realidad su Embajador Personal en sus contactos con la URSS».

    «Sobrevenido Juan Pablo II, se perdió por un tiempo el rastro de este individuo, cuando súbitamente, aparece en el primer plano de las noticias religiosas. La prensa italiana hace saber que Mons. A. Tondi, pide al Cardenal Seper, en Octubre de 1980, ser reintegrado al sacerdocio. Y, en diciembre de 1980, Juan Pablo II, lo reintegró al Sacerdocio sin condiciones». Y quizá para honrar su anterior actividad como profesor de ateísmo, fue designado prelado de honor… No abundan los espías conocidos en la historia de la Santa Sede; seguramente ninguno de ellos tuvo la insólita fortuna de Alighiero Tondi. «Con gran estupor, han visto católicos a Mons. A. Tondi decir misa en público, la misa del Ordo-Bugnini, claro está; pero sin casulla y adornado con mil caprichos…»

    Texto tomado de De «Bonum Certamen», del mes de Mayo-Junio 1981. Director de esta publicación, el Rvdo. Padre Henri MOURAUX.

    Pío XII dispuso la inmediata cesantía de Montini como funcionario dela vital Secretaría de Estado y, fiel a la tradición de mesura y discreción de la diplomacia vaticana, el desplazamiento fue cubierto con su designación como arzobispo de Milán (aunque juró que, mientras viviese, jamás le concedería el capelo cardenalicio, lo que cumplió) (La nota es nuestra).
    Tondi, fue excomulgado y la justicia italiana pudo juzgarlo y condenarlo a dos años de prisión, según cuenta el singular padre Apeles en un interesante libro, algo excesivamente titulado «Historia de los papas». (La nota es nuestra).

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